Las rupturas nunca son fáciles y parece que la que tuvieron Katy Perry y Orlando Bloom en 2017 fue especialmente complicada para la cantante, que se sumió en una etapa muy dura de su vida. Según ha contado la artista californiana, comprometida con el actor de Piratas del Caribe y embarazada de su primer hijo en común -una niña– ahora, tras aquella separación hace tres años llegó a pensar en el suicidio.
“Había roto con mi novio, que ahora es el futuro padre de mi bebé. Y estaba emocionada por volar alto en mi siguiente álbum. Pero no volé alto, me estrellé”, ha asegurado la cantante en una entrevista en el programa SiriusXM de la cadena CBC Radio.
“Solía tener esta trayectoria ascendente de ir siempre subiendo, subiendo, subiendo, subiendo, subiendo, subiendo”, ha admitido Perry, que reconoce que, tras lanzar el disco Witness, que fue número 1 pero vendió menos copias que su álbum de debut, Prism, no tuvo la acogida que esperaba y eso terminó de hundirla: “No era tan grande desde una perspectiva externa, pero para mí fue sísmico”.
“Mi esperanza se basa en que algo más grande yo me creó con un propósito y me creó por una razón, y que no soy desechable. La gratitud es probablemente lo que me salvó la vida, porque si no me habría revolcado en mi propia tristeza y probablemente habría saltado”, ha sentenciado la artista, que hoy asegura haber aprendido de aquel “quiebre necesario” que la ayudó a no “vivir la vida como una estrella pop sedienta todo el tiempo”.
Tras ese compromiso, la guinda del pastel de esta feliz unión llegó con el anuncio de su embarazo, hecho público con el videoclip Never Worn White , lanzado en marzo de este mismo año. La bebé que esperan para este verano será el primer hijo para Katy Perry y el segundo para el actor de El señor de los anillos, que tiene un hijo de nueve años llamado Flynn con su expareja, la modelo Miranda Kerr.